Bécquer
Volverán
las oscuras golondrinas
en
tu balcón sus nidos a colgar,
y
otra vez con el ala a sus cristales
jugando
llamarán.
Pero
aquellas que el vuelo refrenaban
tu
hermosura y en mi dicha a contemplar,
aquellas
que aprendieron nuestros nombres,
esas
no volverán.
Ella
Así
es mi querido Gustavo,
aquellas
no volverán
porque
en su viaje murieron
al
alcanzar una cierta edad,
pero
yo si volveré aun cansada de volar…
pues
fuiste mi primer amor,
eso
no lo puedo olvidar.
Bécquer
Volverán
las tupidas madreselvas
de
tu jardín las tapias a escalar
y
otra vez a la tarde aún más hermosas
sus
flores se abrirán.
Pero
aquellas cuajadas de rocío
cuyas
gotas mirábamos temblar
y
caer como lágrimas del día....
ésas...
¡no volverán!
Ella
Naciendo
están las madreselvas
que
nuevamente cubrirán
del
jardín la hermosa tapia,
de bellas y nuevas flores
y al
igual que las antiguas
podremos
contemplar,
porque
aquellas otras marchitaron
y ya
no volverán.
Bécquer
Volverán
del amor en tus oídos
las
palabras ardientes a sonar,
tu
corazón de su profundo sueño
tal
vez despertará.
Pero
mudo y absorto y de rodillas,
como
se adora a Dios ante su altar,
como
yo te he querido..., desengáñate,
¡así
no te querrán!
Ella
Volverán a tus oídos de mis labios
una
canción de amor a entonar,
pues
mi corazón despierto dice,
nunca
te dejó de amar,
y
aunque tu seguridad flaquee:
¡como
yo, nadie te querrá!,
porque mi primer amor fuiste
y
eso no lo puedo olvidar.
Volveremos a ver las golondrinas
por encima de nuestras cabezas volar,
y siempre serán las mismas
nuestro corazón así lo dirá.
Volverán las tupidas madreselvas.
A nuestros oídos el amor volverá,
con la fuerza de nuestra dicha,
lo haremos realidad.
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