La
luna se desliza por la fisura del sueño,
y observa en silencio un cuerpo
cansado de girar como brújula sin norte
entre mares del pensamiento.
Hay un mapa en ellos
con señales confusas.
Son como pétalos al viento
perdidos en los pliegues del insomnio.
Unas sabanas desordenadas
laceran la piel.
La energía vibra sin regalar descanso.
La vigilia se muestra inquieta
en el tic tac del tiempo
con visos de un amanecer fatigado.
La luna calla,
pero su luz es testigo
de unos ojos que suspiran errantes
deseando una dulce quietud.
Mientras, ella se retira
para dar paso a la alborada
que suavemente se aproxima.
Los ojos que el desvelo
ha dejado sin descanso,
se abren al nuevo día.
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