Tengo ganas de soltar
palabras al vuelo.
Pero, ¡no tengo!.
oyen pero no escuchan
porque lo que llega
es un eco gastado, sin novedad
cuando profundamente duermo,
y al despertar, no hay huella,
no hay recuerdo.
Me gustan los sueños
despiertos,
los que bailan
suavemente
como las hojas al
viento
y quedan
atrapados,
entre las ganas de
usar los dedos.
Pero, palabras no tengo.
¿Habré perdido la
capacidad
del asombro?
Quizás sí,
pues todo se repite
como las aspas lentas
de un molino viejo,
y esto me adormece,
y languidezco...
Porque, ¡palabras no tengo!
del asombro?
Quizás sí,
pues todo se repite
como las aspas lentas
de un molino viejo,
y esto me adormece,
y languidezco...





