y las nubes cenicientas se acercan
por el horizonte
regalando un brillante zis zas
que dura un instante
iluminando la noche.
Todo se oculta,
solo las farolas iluminan el camino
preparado para recibir el aguacero.
Se ilumina el entorno con una gran voz
que coquetea entre las nubes,
y comienza el canto de la lluvia
repiqueteando en el polvo sediento de la calle.
Al instante, huele a tierra húmeda.
Los jardines
y el polvo de las calles,
perfuman el aire
en esa unión de elementos
que alivia los pulmones.
Todo comienza con una gota,
cómo la lluvia.
Así es la vida,
durante su paso
acaricia, y azota.