Una pena ronda el sendero
donde camino.
Encuentro huellas
vacías de flores,
las riego con mis lágrimas
y se resbalan por la pendiente
detrás de un te quiero
que no vuelve...
Cuando aparezcas en el alba de mis mañanas,
ya no reconoceré tus pasos,
el olvido se apoderó de mi corazón.
No podrás abrir la puerta,
arrojé la llave al mar
envuelta en lágrimas
que aumentaron las olas...
Preciosos escritos, Elda, preciosos.
ResponderEliminarY un bellísimo blog.
Besos.
Tarde llego aquí. No me había dado cuenta de tu visita por no entrar mucho en este blog.
ResponderEliminarTe agradezco tu comentario Era.
Besitos.