
Vi reflejada la luna
en una imagen del monte
se desplazaba muy lenta
buscando en el horizonte.
Quería encontrarse al sol
para lucirse tan bella
con su cabello plateado
como la mejor estrella.
Coqueta se miró en el río
cuando el alba despuntaba
con sus ojos entristecidos
pues su luz ya se apagaba.
Mañana será otro día,
cuando la noche se haga
vendré vestida de luces
para cuando el sol salga.
El sol tampoco salió
las nubes se lo impidieron
a la luna no se la vio
triste se quedó el cielo.
Hace frío está nublado
la lluvia en los cristales
y yo me voy a dormir
sin rollos sentimentales.
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La primavera el paisaje altera

Un vestido de hojas verdes, flores blancas y rosáceas, son las primeras en cubrir como manto las ramas desnudas de los árboles, ¡qué encanto!.
Hacía el cielo miran, deseosas que les de la luz y caliente el sol en sus venas, donde la sabia, tan sabia, hará su recorrido con premura desde los pies a la cabeza, de estos brazos de la tierra.
Se abre la peridermis, dando paso a un retoño de hoja que se irá desarrollando hasta alcanzar su tamaño.
Este milagro ocurre en la primavera, la que siempre se ha dicho que la sangre altera, y no puede ser menos que se altere en la naturaleza, ofreciéndonos frondosos paisajes y maravillosas sombras para el calor veraniego, y regalándonos a su vez, parte del oxigeno que respiramos.
Los árboles son tan hermosos, que la primavera los adorna con esmero y cariño, y les da todo lo que precisan para lucir su belleza, hasta que llega la estación que los vuelve a desnudar, como desnuda el cuerpo humano, de su hermosura primaveral.