Y otra vez llega la Navidad
vestida de luz y color
derramando canto de estrellas
sobre los corazones.
vestida de luz y color
derramando canto de estrellas
sobre los corazones.
En las mesas rebosan manjares,
turrones y mazapanes,
y entre risas olvidamos el secreto de la Luz,
la ternura hacia los pobres,
el milagro de lo eterno.
Más, aquel veintiocho de diciembre
como un eco lejano,
regresa a mi memoria
con la fuerza de un relámpago.
Ese día que tu vuelo de gaviota
cruzó el horizonte,
dejándonos la más triste inocentada
a tres días de nacer el nuevo año.
Las luces se apagaron en mis ojos,
y aunque el sol salió al amanecer,
todo era grisáceo.
Han pasado muchos años,
y los colores volvieron a florecer.
Miro las flores en primavera,
las mariposas danzando en verano,
los ocres del otoño
y si la suerte sonríe,
la blanca nieve del invierno
en las palmas de mis manos.
Las risas con nuestras hijas
que son luz para el corazón,
y también, algún enfado,
porque así respira la vida.
Pero siempre, siempre
estarás en nuestros corazones,
como un faro en la lejanía.
Y a pesar de las sombras y,
los giros de este camino efímero,
la vida sigue siendo lo más bello:
Una brisa de instantes,
un canto de sueños...

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