Se va a la cama llena de culpa repasando lo que ha hecho que merezca la pena en el día, -nada-
-¡Qué culpable me siento!- piensa. Tiene buenas intenciones para cuando llegue la mañana... levantarse y tomar camino fuera de su casa, esas cuatro paredes que la atrapan.
Llega el día tan luminoso y claro que daña sin gafas.
Desayuna mientras piensa como se va a distribuir la mañana:
-Me arreglaré, cogeré el metro hasta el centro, sin rumbo fijo, pasearé por diferentes lugares y, ¿dónde?, ¿sola?-
Primer pensamiento negativo...
-¡Un momento!, voy ver el correo-
Segundo pensamiento, pésimo... ¿por qué?, porque se le irá el tiempo y... se le fue.
-¡Uy que tarde!, ¿y dónde voy ahora?, lo dejaré para esta tarde-
Mentira, la conozco bien y volverá a reincidir en lo mismo; menos mal que mañana ya tiene actividades que la sacarán de los brazos de su casa (porque esas actividades las paga... sino quedaría atrapada en sus pensamientos y en su vaguería eterna desde hace un tiempo).
Le digo mil y una cosas para que salga de ese acomodamiento letargoso donde va perdiendo sus días, esos que ya no se pueden desperdiciar porque cada vez son más escasos...
Siempre está de acuerdo con mis argumentos, pero en la mayoría de las ocasiones, me falla.
¿Por qué le habrá dado por escribir tonterías? ¡esto lo estropea todo...!
Elda... Tu no te preocupes, es buena idea ir a ver el correo, esta lleno de amigos que escriben blogs, y seguro que en tu ultima entrada hay un comentario mio, no se si te alegrara la tarde luminosa, pero piensa que el tiempo no se va, se acumula en una carpeta de tu disco duro, protegido para que no se borre jamas... excepto los malos pensamientos, esos a la papelera y limpiados con un programa escoba para que no vuelvan jamas....
ResponderEliminarAbrazos....