Ya no tengo miedo a la tormenta,
he aprendido a
navegar en el mar de la vida.
Eso escribí un día,
cuando la
inspiración me visitaba,
y aunque sigo
atrapando vientos favorables
con los que remar
por aguas tranquilas,
no me sirve para hollar
el papel con unas cuantas lineas.
Dirijo mis ojos al
horizonte,
y no tengo vista para alcanzarle.
Quiero envolverme
en el susurro de mis
pensamientos
crecer en la belleza
de mis sueños,
y no los encuentro.
Ni siquiera ubican
tu nombre
porque hace mucho
tiempo
que no te acercas
por mis renglones.
Voy abrir las
sombras de mi balcón,
y volaré como
alondra a otros campos
bajo el cielo
escarlata de mi atardecer,
para soñar, que sueño sueños,
y poder verte de nuevo
tal como te recuerdo,
paseando el puente de los suspiros.
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