Los recuerdos de mi infancia
no son en un patio
de Sevilla,
como los de Antonio
Machado,
sino en un barrio
humilde, que no pobre,
de mi querido
Madrid,
donde la vecindad
era respetuosa,
donde las charlas
abundaban,
donde las noches de
verano
en las casas bajas
al fresco de la noche
en sus sillas de
nea, disfrutaban.
Los recuerdos de mi
infancia
son una casa pequeña
con un hermoso
balcón,
con un horizonte
despejado y bello:
La carretera de la
Coruña,
la Cruz de los
Caídos,
la que quieren
tumbar
los iluminados de
hoy…
Juegos en la calle
que alegraban el
corazón;
después del colegio
y los deberes
sino, no había
función...
Ahora como Machado me
pregunto:
¿Soy clásica, o
romántica?,
no sé, tampoco me
importa,
quizás un poco de
las dos.
Lo que coincido con D. Antonio es:
que converso con la
mujer
que siempre va
conmigo.
Ella no me engaña,
no le doy
permiso.
A veces, mi
soliloquio
como el poeta decía:
“es plática con
ese buen Amigo
que me enseñó el
secreto de la filantropía”
Tiempos felices los
de la infancia,
ninguna sombra,
ningún temor...
porque tenia buenos padres,
colegio, juegos, comida y colchón.
Lo que le falta a tanto niños de hoy...
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