He apagado mi vela con un soplo.
Por la ventana abierta se introduce la noche,
dulcemente me abraza y me permite ser
como amigo o hermano.
Enfermos ambos por igual nostalgia;
lanzamos sueños aprensivos
y hablamos quedamente de los viejos tiempos
en el paterno hogar.
Elda
También yo apagué mi vela
para ver la noche, y allí oculta
en la oscuridad de mi ventana,
mire hacia el horizonte perdido en la oscuridad.
Me dejé acariciar por su frescura,
e igual que tú, me sentí amiga.
Atraída por su misteriosa magia
le conté mis secretos.
Me habló amable de sus nostalgias
que eran las mías,
y presentí su sapiencia
obtenida del tiempo en la negrura.
Quedamente hablamos de fantasías
y sueños, como si fuera yo misma,
hasta que muy dentro donde no se ve,
tocaron las campanas de la realidad,
mientras miraba la noche.
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