Entró en la profundidad de otro mundo, a mil años luz de ella; un lugar que sin duda no le pertenecía.
Jardines llenos de flores exóticas, trenes en estaciones de un solo nombre, personas permanentes, otras tantas que iban y venían con ojos locos, sonrientes, amables en su actitud.
Se quedó un tiempo observando, participó con imperfectas manualidades, desconfiada, atorada, sin saber cual eran, después de un tiempo sus pensamientos, atrapados por el alubión de otros fantasmagóricos, desmesurados, surrealistas que le regalaban piruletas.
Sus colores se apagaron poco a poco; definitivamente no era su sitio.
Quiso salir, pero uno de sus pies había echado raíces en el fango azul de ese lugar misterioso, donde la realidad estaba tapada por un velo de ilusión y la fantasía se hacía dueña de los colores de un arco iris falso, donde sin ser, todo era bueno.
Estaba saturada, pensando como sacar el pie, y creyó haber llegado a la solución. ¿Cortó las raíces a pesar del dolor?.
Creo que estaba a punto de alcanzar el borde, casi tocaba la realidad con sus luces y sombras donde todo se aclaraba, pero, algo sintió que le impedía seguir.
Todavía le falta el gran salto, y por fin, logrará volver a su mundo donde podrá ser libremente pragmática.